miércoles, 12 de febrero de 2014

EL TRAVESTISMO COMO PERVERSIÓN


Las perversiones se manifiestan por medio de aberraciones encaminadas a satisfacer una absurda e impertinente pretensión inconsciente, esa demanda inconsciente proviene de las exigencias que un superyó enfermo impone sobre el yo consciente, de manera tal que el sujeto es capaz de organizar y de movilizar todos los medios a su alcance para lograr satisfacer esa demanda que proviene del contenido psíquico de las deudas de goce, instancia inherente con la que el sujeto perverso evoca mediante actos para remontarse, inconscientemente, a los fantasmas retenidos desde los primeros años de vida.
El juego de las perversiones es dirigido por el subconsciente, el subconsciente representa la pulsión y la pulsión es definida por Freud mediante cuatro términos: una presión, una fuente (órgano), un objeto y una meta (placer). Clasifica las perversiones en perversiones de objeto y perversiones de meta.
En las perversiones de objeto se designa a una persona o a una realidad sustituta que ejerza el atractivo sexual dominante. Hay perversión cuando se produce una fijación por un objeto en detrimento de los otros. Si se trata de un objeto humano, el psicoanálisis considera como perversión de objeto a cualquier liga sexual mediante la cual la persona obligada evoque, más o menos directamente, al primer objeto prohibido: la madre. Entre las perversiones de objeto también están las inversiones, desplazamientos o vueltas a la infancia. Cuando se trata de un objeto no humano, el objeto inconscientemente deseado pasa a sustituir al objeto materno ausente mediante objetos parciales o equivalentes invertidos.
El travestismo es una de las expresiones conductuales con las que se revelan las perversiones de objeto donde se sustituye a la imagen materna por el vestuario que desempeña el papel de la relación inconsciente que va ligada al objeto deseado, lo que permite llegar al placer con el otro ausente. No se trata de fetichismo, cuando hay fetichismo se demuestra lo que retiene el sujeto perverso de su madre.

El psicoanálisis clasifica a las perversiones en masoquismo, sadismo, fetichismo, voyeurismo, exhibicionismo, y travestismo; éstas son las perversiones en sentido estricto, donde la referencia al inconsciente pone en juego la pulsión parcial y el deseo de incesto, también pone en juego la delicada interrelación entre las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte, de las que cada perversión representa el ejercicio de anticipar la muerte por el acto incestuoso o criminal que, privilegiando indirectamente la referencia esencial del incesto, pone acento sobre los mecanismos de defensa inconscientes que conducen al placer deseado por el sujeto.
El aspecto inacabado, interrumpido, repetitivo y, en ocasiones, fijo de esta práctica que se inscribe en un conjunto, trae como resultado una patología. La razón de la patología perversa proviene de la ritualización progresiva y del carácter estereotipado con que se reviste el sujeto.
De la perversión, como destino peculiar inevitable, unos creen que es por el efecto de una deficiencia orgánica, hereditaria o bien adquirida, mientras que otros lo explican como el fruto de una historia personal. Para Freud se trata de un fenómeno esencialmente inconsciente en su naturaleza y en su origen de acuerdo a lo siguiente: El niño está persuadido de que su madre tiene pene, cuando constata la ausencia de este atributo, vive un verdadero traumatismo, se siente amenazado en su integridad (angustia de castración). Lacan dice que el perverso le atribuye a la madre un falo, o sea un equivalente al sexo paterno visto a nivel simbólico, no concibe su ausencia por lo que se identifica con él y en el que ve el único modo de alcanzar el gozo. Pondrá en obra todo para hacerlo existir, ya sea mediante un acto (sadismo), un rito (masoquismo), un objeto (fetiche), etc. y para fusionarse con él. En ocasiones éstas prácticas producen angustias, fobias u obsesiones que pueden conducir al cambio, pero que forman parte de su problemática.
La negativa o desaprobación es un proceso que se ha hecho inconsciente cuando el individuo se rehúsa a reconocer la ausencia del pene en la madre, proceso que da lugar a la escisión del yo es como una especie de desdoblamiento de la personalidad.

Sobre la terapéutica de la perversión, cabe señalar que es de orden sociológico y humano como se debe tratar esta problemática. El síntoma perverso no es un simple capricho o un mal hábito reversible a voluntad de la persona, sino que constituye un núcleo alrededor del cual una personalidad entera busca estructurarse y unificarse. Desear hacerlo desaparecer es arriesgarse al desequilibrio profundo o dejar restos que irán en busca de sus intereses
A lo largo de la historia de la humanidad se han llevado a cabo diversos tratamientos y terapias encaminadas a dar solución a la perversión sexual al no ser reconocido como un fenómeno patológico. Pr el caso del travestismo y el fetichismo, una terapia consiste en asociar los objetos o las imágenes excitantes con experiencias particularmente dolorosas.

Por Héctor Flores S.

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